Ajustes, sí, todos los que hagan falta, pero un cambio de modelo del Plan General, como se ha llegado a decir en el Pleno, ni de broma.Es la tesis general de seis arquitectos que han tenido una relevancia particular durante los últimos años, bien desde la iniciativa pública, bien desde la iniciativa privada.
Los consultados son los siguientes: Pedro García del Barrio (el gerente de Urbanismo que aprobó el documento vigente), José Rodríguez Rueda (quien fuese uno de los poderes de la Junta en materia de urbanística), Rafael Castelló (arquitecto de ejercicio privado con los principales proyectos de edificación residencial en marcha), Antonio Portillo («alma mater» de Vimcorsa durante muchos años y ahora en el sector privado), Francisco Daroca (autor del Plan del Casco Histórico) y José Seguí (autor del documento vigente y una autoridad en la materia).
Seis arquitectos consideran que se pueden hacer ajustes, pero nunca ponerlo del revés como se ha aprobado en el Pleno.
Probablemente, el más taxativo de todos es Antonio Portillo. Él apuesta por una revisión «radical» pero no del modelo territorial o de este tipo de cuestiones sino de algo menos prosaico: la relación entre coste y beneficio que tiene el Plan General. Bajo su punto de vista, el sector inmobiliario no permite ni permitiría (ni debería haber permitido) urbanizaciones masivas de suelo para la construcción de una promoción de cien viviendas. Se trata de un asunto de gestión que tiene que ser mejorado para mejorar la flexibilidad y, por ende, la capacidad de entrada de los operadores en el mercado.
La clave de la intervención de Portillo es que es necesario permitir urbanizaciones más p
El exgerente de Urbanismo Pedro García del Barrio reconoce que ha seguido los debates, aún en fase previa, de la oportunidad de renovar el Plan General con un matiz. «Hay que conservar la ordenación general que se aprobó en 2001», asegura desde Chile, donde tiene actividad profesional. Bajo su punto de vista, hay que volcarse en estos momentos «en las necesidades de la ciudad existente» más que en cuestiones de la Córdoba futura.
Ya retirado, el exviceconsejero del Gobierno andaluz José Rodríguez Rueda reconoce no tener una idea formada sobre la materia. Ahora bien, reconoce que es preciso pensarlo bien antes de iniciar un camino como éste. «El de la revisión del Plan General es un camino complejísimo, que tarda años en realizarse y donde se exigen cada vez más cuestiones», afirma.
Rafael Castelló , en el ejercicio privado de la arquitectura, afirma estar radicalmente en contra de una revisión del Plan General y, menos, de alterar las previsiones de vivienda. «Incluso conceptualmente, estoy en contra de las descalificaciones, aparte de los problemas prácticos que genera tocar unas bolsas de suelo que han servido para pagar sistemas generales. Considera que más que brocha gorda hace falta un trabajo de «pincel fino», de incorporar aquellos aspectos que permitan actualizar un documento urbanístico sobre la base de que «la vida ha cambiado».
El autor del Plan del Casco, Francisco Daroca, afirma que debería haberse creado una oficina permanente que sirviese no solamente para gestionar sino también para realizar una interpretación constante del documento, que atesora una gran cantidad de modificaciones parciales para hacer posible la viabilidad de proyectos, fundamentalmente, económicos.
Al otro lado del teléfono, José Seguí se sonríe cuando se le informa que se va a revisar el documento porque «atendía intereses inmobiliarios». Seguí, que tiene despacho abierto en Málaga, recuerda que aquel documento se aprobó con el voto favorable de todo el mundo y declina realizar una valoración de toda esta cuestión que, asegura, no ha seguido.La clave de la intervención de Portillo es que es necesario permitir urbanizaciones más pequeñas para acompasar los ritmos de suelo y vivienda a la realidad del mercado.